jueves, 12 de julio de 2018

Exposición fotográfica "El espanto de la modernidad"




Los invitamos a asistir a la exposición itinerante intitulada "El espanto de la modernidad" parte de la colección de la Fototeca Nacional del INAH, misma que se encuentra del 12 al 14 de julio en el aula Alberto del Castillo del Valle de la Escuela Libre de Derecho del Estado de Hidalgo.

A continuación presentamos una breve explicación de la exposición realizada por el curador Jesse Lerner.

El archivo Casasola es una vasta colección integrada por alrededor de cuatrocientos mil fotografías, realizadas por varias generaciones de la familia Casasola y aproximadamente cuatrocientos fotógrafos. Las imágenes, ahora parte de la colección de la Fototeca Nacional del INAH, en Pachuca Hidalgo, constituyen uno de los archivos fotográficos más importantes de México. 

Nos ofrecen una vista de la sociedad mexicana, sobre todo urbana, durante la primera mitad del siglo XX. Un segmento del archivo, identificado como serie “Judiciales”, incluye imágenes de escenas de crímenes, reconstrucción de escenarios, documentación de evidencia y de procesos policíacos y jurídicos. La imagen que tenemos de México de los años veinte y treinta es en parte producto de la visión utópica promovida por los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. 

La modernidad mexicana, sin embargo, también incorporó oscuros impulsos relacionados con la faz caótica de esa misma modernización, provocó sensaciones de espanto y una fascinación por la violencia y la potencia destructiva de la nueva edad mecanizada. 

Las fotografías de la serie “Judiciales” del archivo Casasola, publicadas por lo general en periódicos amarillistas, jugaban con ese miedo popular a la modernidad. Tomando lugar en el sector más moderno de ésta —bancos, oficinas, restaurantes elegantes y antros de moda— las fotos de crímenes reflejan y promueven esas ansiedades. 

Los fotógrafos de la agencia Casasola, representantes de una cultura de masas emergente, promovían los miedos del público mientras que encarnaban el nuevo régimen de la producción y difusión mecánica de las imágenes. En el nuevo orden, surgido dolorosamente de la Revolución, el crimen ganó un nuevo significado. Aunque era una fuente de ansiedad, también funcionaba como prueba perversa de la nueva modernidad. 

El diario El Universal, haciendo referencia a los brutales asaltos ocurridos en la víspera (uno de un tren, el otro de una oficina), escribió: “México ya no es una ciudad provinciana, amable y acogedora, sino un centro cosmopolita, donde también la criminalidad, que antes andaba de pañales, ha crecida y madurado. Conan Doyle, Capitán Mayne Reid y otros devotos de novelas de detectives no miran despectivamente a estos pícaros latinos afilados de hoy, a quienes aceptamos como producto legítimo y natural de estos tiempos avanzados” 

La prensa popular hacía llegar a sus lectores una provisión continua de historias sobre crímenes que mantenían en alto dicha percepción. Celebrados casos que incluyen los del primer asesino serial de México, Gregorio “Goyo” Cárdenas, así como los crímenes de la “señorita México” Maria Teresa Landa y de Alberto Gallegos, y el asesinato del exiliado León Trotsky. Las fotografías del Fondo Casasola, de la Fototeca Nacional” documentan cientos de casos —de asesinatos políticos a crímenes pasionales; desde robos anónimos hasta homicidios sobresalientes— y ponen la violencia en el centro de la experiencia urbana de la modernidad. 

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