Los invitamos a asistir a la exposición itinerante intitulada "El espanto de la modernidad" parte de la colección de la Fototeca Nacional del INAH, misma que se encuentra del 12 al 14 de julio en el aula Alberto del Castillo del Valle de la Escuela Libre de Derecho del Estado de Hidalgo.
A continuación presentamos una breve explicación de la exposición realizada por el curador Jesse Lerner.
El archivo Casasola es una vasta colección integrada por alrededor de cuatrocientos mil fotografías, realizadas
por varias generaciones de la familia Casasola y aproximadamente cuatrocientos fotógrafos. Las imágenes,
ahora parte de la colección de la Fototeca Nacional del INAH, en Pachuca Hidalgo, constituyen uno de los
archivos fotográficos más importantes de México.
Nos ofrecen una vista de la sociedad mexicana, sobre todo
urbana, durante la primera mitad del siglo XX. Un segmento del archivo, identificado como serie “Judiciales”,
incluye imágenes de escenas de crímenes, reconstrucción de escenarios, documentación de evidencia y de
procesos policíacos y jurídicos.
La imagen que tenemos de México de los años veinte y treinta es en parte producto de la visión utópica
promovida por los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
La modernidad
mexicana, sin embargo, también incorporó oscuros impulsos relacionados con la faz caótica de esa misma
modernización, provocó sensaciones de espanto y una fascinación por la violencia y la potencia destructiva de
la nueva edad mecanizada.
Las fotografías de la serie “Judiciales” del archivo Casasola, publicadas por lo
general en periódicos amarillistas, jugaban con ese miedo popular a la modernidad. Tomando lugar en el sector
más moderno de ésta —bancos, oficinas, restaurantes elegantes y antros de moda— las fotos de crímenes
reflejan y promueven esas ansiedades.
Los fotógrafos de la agencia Casasola, representantes de una cultura
de masas emergente, promovían los miedos del público mientras que encarnaban el nuevo régimen de la
producción y difusión mecánica de las imágenes.
En el nuevo orden, surgido dolorosamente de la Revolución, el crimen ganó un nuevo significado. Aunque era
una fuente de ansiedad, también funcionaba como prueba perversa de la nueva modernidad.
El diario El
Universal, haciendo referencia a los brutales asaltos ocurridos en la víspera (uno de un tren, el otro de una
oficina), escribió:
“México ya no es una ciudad provinciana, amable y acogedora, sino un centro cosmopolita, donde también la
criminalidad, que antes andaba de pañales, ha crecida y madurado. Conan Doyle, Capitán Mayne Reid y otros
devotos de novelas de detectives no miran despectivamente a estos pícaros latinos afilados de hoy, a quienes
aceptamos como producto legítimo y natural de estos tiempos avanzados”
La prensa popular hacía llegar a sus lectores una provisión continua de historias sobre crímenes que mantenían
en alto dicha percepción. Celebrados casos que incluyen los del primer asesino serial de México, Gregorio
“Goyo” Cárdenas, así como los crímenes de la “señorita México” Maria Teresa Landa y de Alberto Gallegos, y
el asesinato del exiliado León Trotsky. Las fotografías del Fondo Casasola, de la Fototeca Nacional” documentan
cientos de casos —de asesinatos políticos a crímenes pasionales; desde robos anónimos hasta homicidios
sobresalientes— y ponen la violencia en el centro de la experiencia urbana de la modernidad.
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